Las personas necesitan tener cierto grado de autoestima para desenvolverse en el transcurso de la vida con normalidad, este concepto que consideramos tan complejo simplemente se refiere a lo que de forma menos técnica llamamos amor propio. Si analizamos la capacidad de adquirirla, determinaremos que se origina de la estima a sí mismo, tener presente tus puntos fuertes y débiles y poder estar orgulloso de éstos. Esto supone querernos por lo que verdaderamente somos de una forma estable.
La Dra. Carolina Torres puede ayudarte con los problemas de autoestima que te pueden causar problemas en tu vida diaria.
La autoestima también nos ayuda a alcanzar objetivos que nos podemos poner a corto o largo plazo con la condición de que estos sean posibles. Ya, que si por ejemplo, estos son posibles y te motivan a ello, la distancia entre la realidad y el objetivo siempre será beneficiosa. Pero si por el contrario estos son imposibles y aplastantes, la distancia entre la realidad y el objetivo se verá truncada por la imposibilidad y generará mucha frustración.
Para poder sentirse a gusto consigo mismo la distancia entre lo que uno es y lo que uno quisiera ser debe de ser estimulante, no infranqueable. Así nos encontramos con ideas como “dónde poner el Listón”. Si está demasiado alto, es una fuente de frustración constante, si está demasiado bajo el aburrimiento nos abrumará.
Si la autoestima de un sujeto se encuentra en cotas muy bajas, éste no podrá aceptarse y no conseguirá quererse tal como es. Su idea preconcebida de si mismo se convertirá en un auto castigo constante y esto rebajará aún más la autoestima, fomentando de esta manera el círculo vicioso en el cual se encuentran muchas personas que sufren de este tipo de dificultades.
La generación de autoestima en una persona viene marcada por varias fuentes en el desarrollo del individuo que se solapan cuando éste llega a la madurez.
1- Si nos fijamos en la primera fuente, resulta muy difícil de determinar de forma práctica ya que viene producida por las fantasías más primitivas en los adultos. Así, se considera que todo bebé está perfectamente contento de sí mismo y se encuentra en un bienestar del cuál se siente el centro y el creador.
2- De forma evidente, este estado desaparece sin la participación activa la figura de la madre, que le provee de ese bienestar. La madre nos transporta a la siguiente fuente de la autoestima que tiene su origen en el amor que los padres muestran hacia los hijos queriendo al bebé aportar a éste unidades de amor propio suficientes para rellenar su autoestima. En otras palabras, es la madre o la figura de cuidado la que tiene que ir frustrando al hijo poco a poco y dándole paso al padre o figura paterna para poder romper la díada madre-bebé. Precisamente, de estas frustraciones se derivará la capacidad de gestión futura.
3- En la medida que el niño crece, los padres irán regulando el comportamiento del niño con límites y normas, además de valores morales. Al proponer a éste las normas y las aspiraciones de la familia y de la sociedad que lo acoge, los padres le muestran firmemente el camino para poder decidir.
4- Esto acaba en el auto convencimiento de las normas y aspiraciones que acaban formando una consciencia moral. Ésta, recompensa a una buena conducta con un sentimiento interno de orgullo auto merecido. El sentimiento de autovalía e independencia es de suma importancia a la hora de poder desarrollar una buena autoestima, y, para ello, los padres y entorno han debido dejar espacios para que el hijo/a cometa errores y aprenda a levantarse y sobreponerse por sí mismo.
5- La última fuente es la más externa de todas y tiene que ver con el reconocimiento que el individuo adulto recibe de los otros, del grupo. Actuar de una forma que es valorada por los demás contribuirá a su reconocimiento.
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